martes, 7 de junio de 2016

ANNAPURNAS, NEPAL (4ª parte), JOMSOM - LANDRUK (7 a 10 de Junio de 2014)

Abandonamos Jomsom en autobús por la mañana y nos dirigimos a Tatopani.
La carretera, digamos que es complicada, pedruscos en medio (literal), barrancos y ríos. Cinco horas para unos 60 Km.


Me trae recuerdos de los autobuses que conocí de chico.

Tatopani es un pueblo con aguas termales. Por la tarde nos damos un baño en las piscinas, para lo que me tuve que comprar una especie de bañador. Prefiero no comentar como lucía tipazo.

Hemos pasado del desierto pedregoso al bosque húmedo. Estamos a 1700 m de "na". Las altas montañas determinan la climatología, a un lado impiden la lluvia y al otro la propician.

Al día siguiente reemprendemos la marcha a pie por unas sendas frondosas hasta Gorepani. De nuevo a  ascender, unos 1700 m en total.


Un mundo completamente rural.


Búfalo de agua.

Rododendros con alguna flor.
Ahora apenas quedan. Me dicen que a principios de primavera es un espectáculo verlos cuajados de flores. He llegado tarde.


A veces, el bosque resulta fantasmagórico.


Por todas partes, caballos, burros y mulas.


Bueno, tras una subidita llegamos a Gorepani. Hotel de montaña en lo alto del pueblo.

La habitación tiene unas vistas fabulosas.

Por lo menos la niebla se ve de primera.



Y se pone a llover, como casi todas las tardes. El monzón se acerca y la mayoría de albergues van cerrando. La temporada de turistas se acaba.

Toca pasar el resto de la tarde tras los cristales. No hay electricidad ni, por supuesto, wi-fi, sólo una estufa, tranquilidad y música de lluvia. ¿Hace falta algo más?...No.

Después de un breve sueño, me despierta Raj a las 4 de la madrugada para subir de noche a Poon Hill, un mirador en lo alto donde se ven unos amaneceres únicos.
Desde aquí se ven muchas montañas: Dhaulagiri, Nilgiri South, Annapurna I, Annapurna South, Iunchuli y Machhapuchhre.
"Ochomiles" y "sietemiles", impensable en Europa.

Luces, colores, sombras, nubes y nieblas danzan al amanecer celebrando la salida del sol. ¿Cómo no participar de semejante baile?.



Machhapuchhre, la montaña sagrada de Shiva.
Mi primera intención fue ir al Kailash, en Tibet, la montaña donde mora Shiva. Y ahora veo salir el sol tras esta montaña dedicada a él.


Queda pendiente el Kailash.

Tras el amanecer mágico, un desayuno prosaico y en marcha hasta Tadapani.

El camino es precioso y abrupto, con muchas subidas y bajadas.



Mientras disfrutamos del paisaje, tengo la oportunidad de disfrutar de la gastronomía silvestre: fresas, moras amarillas y brotes de bambú, que están deliciosos. Ahora entiendo por que los pandas tienen esa dieta.

Entrada en Tadapani.



Es un pequeño pueblo embarrado.

Me tranquiliza saber que hay médico en el pueblo cercano.
Cruzo los dedos.

Al atardecer damos un paseo junto a un perro del pueblo que nos acompaña.
Cuando nos queremos dar cuenta vemos que todo está plagado de sanguijuelas. Al pobre perro le quitamos con un palo unas cuantas, y otras tantas de nuestros pies y pantorrillas. Las malditas se meten por cualquier parte y se hartan de sangre sin que te enteres. A pesar de las botas cerradas y los calcetines, he "sufrido" varias heridas. Menos mal que soy donante de sangre y estoy acostumbrado. 


También nos topamos con un grupo de langures.
(en el centro de la foto, cuerpo gris, cabeza blanca, cara negra)

Y otro amanecer con el Machhapuchhre al fondo.


Seguimos camino hacia Landruk, no hay mucha distancia pero es un "rompepiernas".

Pasamos por un bosque frondoso y nos cruzamos con un leopardo cruzando rápido la senda. No me da tiempo a hacerle una foto, lástima.

Hacemos un descanso en Ghandruk, donde encuentro a un vitoriano. Al fondo se ve nuestro destino de hoy, Landruk. Nos falta una bajada de unos 1500 m hasta el río Modi Khola y luego una subida de 400 m.


En las laderas aterrazadas vemos las labores de siembra del arroz. Por lo que me cuenta Raj, todo el mundo colabora en el trabajo de forma comunal.




En el fondo del valle, junto al río, descansamos en un "chiringuito" lleno de flores.


Y por fin, la meta, Landruk, un bonito pueblo entre bosques, maizales y arrozales.


Ella no necesita botas.

Charla al aire libre con Raj, entre dos perros sesteando, y unos chavales jugando al cricket antes de que empiece a llover.

Ya tardaba.

Un rato de televisión nepalí con un té.

Al anochecer.
Los gigantes blancos velarán el sueño del valle.



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