Wellington, capital de Nueva Zelanda, es una ciudad portuaria con poco más de 200.000 habitantes, situada al sur de la Isla Norte, cobijada en la Bahía de Wellington y frente al Estrecho de Cook que separa las dos grandes islas del país. Es la conexión marítima con la Isla Sur.
El frío, la lluvia y el fuerte viento me empujan a verla gris y desapacible, con un urbanismo deslavazado que, al menos, se ve compensado por su vistosa geografía entre colinas y mar. No obstante hay que decir que tiene sitios dignos de ver.
Esto es un ejemplo de lo que quiero decir con urbanismo deslavazado
Aunque creo que se puede encontrar belleza en casi todo
Parlamento
El nuevo Parlamento. No sé si pega aquí
Restaurante del puerto. No se come mal en Nueva Zelanda
El puerto. No sé por qué corren esas chicas, palabra que no les dije nada
Día siguiente. Subiendo colinas en el tranvía de cable
Parada del tranvía. Salamanca Street
En la zona universitaria encuentras calles con nombres de universidades famosas
Poleas para el cable de arrastre
Vistas de la ciudad y bahía
¡Y cómo no!, la batería
Después de subir en tranvía, bajada por los jardines
Si no hay pato no es Nueva Zelanda
Cementerio del XIX en plena ciudad. Cristiano y judío. Cada uno en su zona
Romántico abandono. Olvido que el tiempo disolverá en la nada. Los cementerios tienen algo que te hacen mirar atrás, muy atrás, y a veces delante
El bosque
Esta vista no la vieron los que aquí habitan
Y al final, la autopista partiendo en dos el viejo cementerio. Lápidas a un lado y a otro
Otro paseo por el puerto. Hoy ha mejorado el tiempo
Mercadillo portuario
¡Pescado fresco!
¿Has dicho pescado?
Va cayendo la tarde y me voy al calor del albergue
Madrugada del día siguiente. Ferry a la Isla Sur
Marineros. Cambiaron madera por hierro
¿Salimos ya, o qué?
Wellington se va haciendo pequeña
Virando al este para salir de la bahía por la bocana
Salimos a mar abierta, al Estrecho de Cook, rumbo a Picton en la Isla Sur. Atrás queda Wellington
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