Sigue el tiempo de perros, lluvia y frío, ¡maldita primavera austral!. Bueno, igual estoy exagerando, pero es que se me ha roto la montura de las gafas mientras voy en autobús, y eso me ha dejado tocado (yo diría jodido). Para un miope de primera, como soy yo, que se le rompan las gafas en las antípodas, estando de viaje, es una catástrofe. Pero no perdamos los nervios, confiemos en la diosa de los viajeros con mochila, cuando llegue a Westport, buscaremos solución.
Desde el bus se ven paisajes idílicos por toda Nueva Zelanda, pero casi todas las fotos que intento hacer salen fatal. Aunque consigo rescatar un par, que nos dejan ver cómo está el tiempo, sólo hay que ver los cielos y las nieves que no se han retirado todavía
Llegada a Westport. Como su nombre indica, fue un importante puerto de la costa oeste, en el Mar de Tasmania, lugar de salida de las minas de carbón de la zona, pero digo "fue" por que esa época acabó, ahora es un pueblo decadente, un tanto abandonado y melancólico. O al menos es lo que me parece, no sé si tiene algo que ver el tiempo y mis gafas rotas.
Vagones en la estación.
Vieja vagoneta de las minas
El ayuntamiento. El Art Deco, les encanta en este país
Curiosos arbotantes de iglesia
Mi albergue
Todo tiene un aire ¿triste?
Esto está en la calle principal
Entrada a una casa. Algo dice
El paseo hasta la playa del Este me demuestra el abandono de Westport, está mal indicado, debo atravesar descampados y andar por caminuchos. Cosa que me gusta, dicho sea de paso. Al final hay que saltar por entre una muralla de troncos arrastrados por la mar alta y por fin, la playa
Salvaje, vacía...preciosa
Me "atrapan" las olas, su música, su baile, ese romper con los penachos hacia atrás antes de llegar a la playa
Hacia el otro lado está el espigón de la desembocadura del río Buller, entrada al puerto
Agua y cielo
Cielo y agua
La playa desde el espigón
Buscando la merienda
En memoria de los desaparecidos en la mar. En el extremo del espigón hay multitud de placas recordando a los que no volvieron a tierra
Esta es una de ellas. Una relación de nombres. Y cada uno de ellos es una vida, una historia, un recuerdo que podría ocupar libros enteros
Sigo atrapado por la belleza de la efímera vida de las olas. Surgen del mar creándose un nombre, una individualidad
Viven
Y al final vuelven a ser sólo mar. Inmenso mar
Mirada perdida arriba y abajo
Mirada perdida al horizonte
Atardecer sobre el Mar de Tasmania. Al fondo los Arrecifes Negros (Black Reefs)
Quería ver caer la noche desde el espigón, pero la cordura me dice que me vaya, llevo más de una hora aquí y me estoy helando, hace mucho viento y un frío del diablo
Mar de Tasmania, la otra parte del mundo, primavera en vez de otoño, el Sol se desliza por el norte en lugar de por el sur, viendo el horizonte en lugar de la mesa de trabajo, nada que hacer, nada...Me cuesta ser consciente de lo afortunado que soy, uno se acostumbra a todo
Última mirada atrás, a la playa
Al día siguiente, mientras espero a ver si me han podido arreglar las gafas, doy una vuelta por el río
Por fin tengo gafas normales, me quito las de sol y vuelvo a ver la luz. Pero Westport me sigue pareciendo triste. El puerto no es como otros que he visto antes
Hoy me voy a ver la playa del oeste, para lo que tengo que dar un rodeo de varios kilómetros hasta un puente. Pensaba haber ido a una playa con focas que hay a unos 20 Km, pero el impresentable que me tenía que llevar en la furgoneta ha cambiado de planes sin avisar, el cretino dice "I'm sorry" y ya está, perfecto capullo, me despido de él con unas frases en español. A lo largo del camino me encuentro con muchas vacas pastando cerca del mar
Y algún que otro caballo. Parece que son muy aficionados a los caballos
Playa del Oeste
A veces me parece un país vacío, no encuentro a nadie en la playa ni en los caminos
Largo paseo por la larga playa, mientras me lo permita el tiempo
Es una playa infinitamente plana. Cuando una ola llega, sigue avanzando lentamente por la playa durante mucho tiempo, inundándola y convirtiéndola en un espejo
Un precioso espejo para que el cielo se mire
Cada vez llueve más intensamente. Me refugio en un bar solitario que hay cerca de la carretera y me tomo un capuchino esperando que amaine.
La soledad, la lluvia, los planes desbaratados me vuelven más introvertido. Paso la tarde en el albergue.
¿Qué quiero?, ¿quién soy?, ¿qué soy?. Quiero saber, llenar los vacíos de la duda y la curiosidad. ¿Por qué he venido al otro extremo del mundo?, ¿qué espero encontrar?, ¿espero algo?. "No hay prisa, no hay prisa", decía la abuela del anuncio de fabadas, ya está cocinado, sólo tienes que abrirlo. ¿Sabes abrirlo?.
No hay nada que abrir, nada.
¿Nada?
Me ha fascinado este primer post: las fotos,las reflexiones,la soledad... Muchísima envidia siento. Disfruta mucho, compañero. Te echamos de menos
ResponderEliminarSi te ha conmovido algo, es que ha valido la pena el compartir. Por ahora es mi último post, me gustaría que fueras viendo los anteriores y me dieras tu opinión y consejos. Gracias
ResponderEliminar(Te recuerdo que tienes pendiente darme tu opinión sobre los cuentos¡!)
Bonita y agradable descripción. Y luego se dice que la vida es aburrida y aquí tenemos un ejemplo que no es así. Hay tiempo para todo lo que uno quiere y le gusta.
ResponderEliminarFotos fabulosas, el texto hace pensar, eres un valiente ¡me muero de envidia! Enhorabuena!
ResponderEliminarMe ha encantado recorrer USA y Nueva Zelanda, a través de tu blog, mientras desayuno tranquilamente, en la cocina de mi casa.
ResponderEliminarMe ha impresionado la historia de los pumas, no me extraña que salieses pitando y menos mal que tu instinto de supervivencia te hizo reaccionar como lo hiciste, me alegro que haya quedado sólo en una aventura para contar y recordar.
Te agradezco que además de las fotos compartas con nosotros tus reflexiones, son muy interesantes. Creo que todos nos planteamos en algún momento ¿quién soy? ¿dónde estoy? ¿hacía dónde voy?
Me dejo el resto del viaje para otro momento, ya que ahora tengo otros quehaceres.
Espero que sigas disfrutando de tu año sabático.
Un abrazo,
Mª José S.
Me encanta tu blog y envidio tu experiencia. Lo seguiré poco a poco para no enfermar de sobredosis de emociones.
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