miércoles, 1 de enero de 2014

YELLOWSTONE (29 de Agosto al 5 de Septiembre)

Yellowstone, primer parque nacional del mundo (1872), 9000 Km cuadrados de tierra virgen con el volcán activo más grande de América bajo su llanura central. Géiseres, ríos, lagos, cascadas, pantanos, montañas, praderas, bosques y un cielo que parece de otro planeta. Vida salvaje por doquier, que te cautiva y a veces te pone en tu lugar, pero de eso ya contaré.

Tras volar a Bozeman y pasar la noche en el aeropuerto, cogí el coche alquilado y entré en Yellowstone por su entrada norte, Mammoth. Allí pedí los permisos para acampar por mi cuenta.

Hot Springs. Terrazas creadas por las aguas volcánicas



Naturaleza por todas partes

Entre los bosques surgen las bocanadas del profundo volcán

Agua hirviendo. Hay que mirar por donde se anda



¡No te salgas del camino!

Azules. Firehole river

Los nacimientos termales alimentan los ríos

Midway geyser basin

Agua y vapor

Texturas bajo el agua











Esperando la actuación del fabuloso e inimitable ... OLD FAITHFUL









Llega a alcanzar los 75 m de altura

Mallard lake al anochecer, primer lugar de acampada

Soledad, paz,...temor







Primer despertar



Adiós al lago, cambio de sitio



Primer encuentro cara a cara con la fauna pesada, al volver un recodo en el sendero .
Dos bisontes a pocos pasos yendo hacia el lago. Dada mi buena educación, me separo unos pasos del sendero y siguen su camino majestuosamente.
¡Qué sensación!



El segundo



Buena parte del parque está arrasada por los incendios de hace unos años.
No retiran los árboles muertos

Cascadas kepler

Llegando al lago Shoshone 





Árboles rendidos al lago





El sendero pasa entre barros y aguas humeantes.
Por aquí no hay turistas

Bueno, algunos turistas emplumados

El otro lado del lago, segundo sitio de acampada en soledad



Al día siguiente, vuelta por el otro lado del lago

De lago a lago. Ahora el Grebe. Llegada al atardecer



Día siguiente en el cañón del río Yellowstone

Río Yellowstone

Lower Falls

Aguas abajo, el río se calma entre bisontes



Bravuconadas

La siesta del abuelo

Nada ha cambiado en miles de años

Bueno, algo sí ha cambiado

Colores inesperados en la caldera

Lago Yellowstone

¿Quién observa a quién?




De vuelta a la tienda. ¿Paso o me espero?

Cada cual a lo suyo

Anochecer



Rumbo al norte



Puente sobre el Yellowstone

Lluvia sobre el lago Crevice

Cosas que se ven y cosas que no se ven



Lluvia y río

Meditando junto al río

Tranquilidad en el lago

LA PUERTA ABIERTA

A veces creo que lo que llamamos realidad no es más que la expresión de la consciencia profunda. Todo está relacionado y puede que lo que ocurra "realmente" sea una forma de juego de esa consciencia. En último lugar ocurre lo que queremos que ocurra.

Tras unos días preciosos y duros disfrutando de Yellowstone, del temor a los osos, a perderme y a no se qué más, llegué a mi última etapa al norte del parque junto al río Yellowstone. Tenía pensado recorrer un tramo del mismo en tres días, pero el primer día acampé en el lugar asignado al segundo, ya que estaba lloviendo, tenía una simpática ampolla en el pie y el lugar previsto estaba aún bastante lejos. Tras acampar junto al río y cerca del lago Crevice, me dediqué a descansar, pasear y meditar en soledad, sin ver a nadie en dos días.

Me gusta sentarme, viendo y escuchando el río, y en una de estas, me surgió la duda de qué estaba haciendo allí, y tuve conciencia de mis miedos y temores así como de mi deseo de conocerlos a fondo y enfrentarlos. En ese momento "algo" me preguntó de forma clara y muy firme: "¿QUÉ QUIERES?". Tuve la certeza de que lo que verdaderamente quisiera en ese momento, se cumpliría. Supe de mi temor a estar solo, de encontrarme con un grizzly y de la posibilidad de morir, también supe que eso sería una estupidez y que no quería hacer sufrir a los míos ni a mí mismo, no me gusta el sufrimiento. Sin embargo, dejé una puerta abierta al juego del futuro, acepto la vida y lo que sea que venga. Y así quedó mi voluntad.

Pasé el resto del día en completa soledad, cosa que no me hacía gracia, y al atardecer, ya junto a la tienda, me descalcé, me tumbé y puse las piernas en alto, apoyadas en un árbol, descansando o por lo menos intentándolo, pues siempre había algo de tensión. A mi lado tenía el palo y el spray contra osos (no me separaba de él). Así estuve un buen rato, eran cerca de las siete, cuando el sol ya va cayendo, entonces ocurrió. Giré la cabeza a la derecha y vi a menos de diez metros, dos pumas enormes acercándose sigilosamente hacia mí, mirándome fijamente, uno delante y otro un poco más atrás, a la derecha del primero. La impresión que me dio fue muy extraña, era una imagen bellísima, son animales preciosos, pero la mirada del primer puma me dejó helado, mi instinto me hizo incorporarme rápidamente al tiempo que cogía el palo con la mano izquierda y el spray con la derecha y me encaraba con los pumas. Aun me sorprende la agilidad con la que lo hice, sin pensar, sólo actuando. Eso me salvó la vida, los pumas se fueron corriendo al perder el efecto sorpresa, de haber tardado unos segundos en verlos no estaría escribiendo esto. Bendito momento en que giré la cabeza.

Después de irse los pumas, decidí largarme aunque iba a anochecer y el coche estaba lejos, había unos ocho kilómetros hasta la carretera y otros tres más hasta el coche, pero no quería dormir a solas con esos dos alrededor. Recogí todo rápidamente y empecé la marcha haciendo ruido con el palo (mi fiel palo), pasé junto al lago, crucé el puente y subí hasta la planicie, caminando sin parar ni a beber, se hacía de noche y temía perderme, pues los senderos no están nada claros y había zonas pantanosas. Por fin llegué a la carretera, ya de noche, y entonces me relajé un poco, bebí tranquilamente y seguí andando por la carretera con mi linterna, esperando que algún coche parara y me ahorrara el trecho restante. Tras varios intentos, me paró una furgoneta pickup con unos jóvenes que me llevaron en la parte de atrás cual típica peli americana, fui hablando por la ventanilla trasera con una chica a la que le conté lo sucedido y me dijo que tenía suerte de haber visto pumas, y que hacía mucho tiempo que no se veían por allí. Me dejaron junto a mi coche y nos despedimos. Allí pase la noche, ya más tranquilo, bajo la lluvia y los relámpagos que tuvieron el detalle de esperar a que me metiera dentro. Medio dormí, intentando digerir lo ocurrido y viniendo una y otra vez a mi cabeza la imagen de los pumas viniendo hacia mí.

A la mañana siguiente me fui al puesto de los rangers en el norte, en Mammoth, para dar cuenta del incidente, y el ranger se sorprendió, me dijo que hacía más de veinte años que no se veían pumas en Yellowstone y que actué correctamente al plantarles cara, también me dijo que había tenido suerte al verlos y contarlo. Pensé que mi etapa en Yellowstone había acabado, no quería pasar mi última noche acampando solo y dándole vueltas a la cabeza, así que me dí un buen desayuno en el restaurante del hotel, tranquilamente, dejando que las emociones se asentaran, y entonces tuve la desagradable y repugnante sensación de los pumas acercándose para matarme y despedazarme, separándome de los míos, estaba temblando y tuve que esforzarme en no llorar, mientras a mi alrededor todo eran sonrisas y charlas alegres. Después me di una ducha en el aseo público, me afeité, me puse ropa limpia y di una vuelta por el centro de turistas, envié tres tarjetas a mi familia y entré en el pequeño museo del parque. Allí había uno de ellos disecado, para él sí que fue un encuentro desagradable. Puma, cougar, león de montaña, hasta cien kilos de músculos, garras y colmillos, eso es lo que yo veía.

Después dejé el parque y me fui a Bozeman y allí me alojé en el primer motel de carretera que encontré, para esperar a la mañana siguiente y coger el avión a Las Vegas. Estuve paseando por el pueblo y me di una buena cena en honor a seguir vivo, una gran hamburguesa de bisonte. Que paradoja, celebro no ser comida de otros comiéndome a otro. Creo que debo hacerme vegetariano.

Parece un juego de la existencia, la consciencia decide que no tiene sentido un encuentro con un oso, pero la puerta dejada abierta permite que entren dos pumas. El temor y el miedo están ahí, pero también el instinto. Nunca olvidaré aquella mirada.


Amanecer en el coche

El refugio

Museo de Mammoth
Puma

Última mirada a Yellowstone

Motel de carretera

Bozeman. Pueblos pensados para los coches

Devuelvo el coche en el aeropuerto y dejo mi fiel palo en el maletero.
Siguiente paso... Las Vegas

4 comentarios:

  1. Menuda aventura... Da miedo aunque esté tan lejos de la escena.

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  2. Parece ser que ibas esperando y temiendo encontrar un oso y te encontraste con dos pumas y CONTIGO MISMO.

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  3. es maravilloso y envidiable me encanta todo gracias por compartir esa experiencia

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  4. Me parece impresionante todo el trabajo de imágenes de este impresionante reportaje.

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