lunes, 27 de enero de 2014

MILÁN (17, 18 y 19 de Noviembre)

Días grises y lluviosos en la gran ciudad italiana del norte que no invitan a visitar la ciudad y sus monumentos, pero que sin embargo dan un baño de sentimiento y romanticismo a los parques, a los raíles de los tranvías, a las esculturas, a los paraguas y a la  soledad del cementerio.

Stazione Centrale, 1931.
Ejemplo de arquitectura grandiosa al servicio de la imagen de un país y un régimen de sueños imperiales. 


Tres naves de acero y 24 andenes
 Impresiona.




Un paseo por las calles mojadas y un alto en el parque Montanelli.


Otoño avanzado.



Cipreses de los pantanos.



Y en un rincón, el recuerdo a Luciano. Artista de parque, parte del decorado humano, huella de un tiempo.


Por las calles de Milán.

Una mirada a lo alto.


Contrastes a ras de suelo. San Babila, S. VI.



Plaza del Duomo (de la catedral), centro de la ciudad.

Y a un lado la famosa galería comercial de Vittorio Emanuele II, S. XIX.







Presidiendo la plaza, la catedral de Milán.


Vistas de su interior.









Una visita a los tejados.





Cúpula de la galería Vittorio Emanuele II desde lo alto del Duomo.

La plaza desde arriba.


Cerca del Duomo está el castillo Sforzesco








Y tras cruzar el enorme castillo salimos al ...


Parque Sempione. Al fondo la puerta de la Paz.




Colores de otoño.




Árboles en la soledad lluviosa.




La Torre Blanca, mirador construido en los años 30.


El castillo Sforzesco va quedando atrás.


Solo en el parque.







Al final del parque, la Puerta de la Paz.


Buscando una trattoria.


Monumento a Leonardo.


La Scala, famoso teatro de la ópera, S. XVIII.


Y una visita inexcusable:
Santa María de Gracia y La Última Cena de Leonardo.

Día de lluvia abundante y primer chasco, al llegar a la taquilla me dicen que hay que reservar la entrada por internet, aunque me sugieren que pregunte por si hay vacante en algún grupo, y ¡oh milagro!, me dan hora para las 12:45, así que aprovecho para ver la sacristía con la exposición de láminas del códice Atlántico de Leonardo, una vuelta por la iglesia y un capuchino calentito al otro lado de la calle.


En el interior de Santa María de Gracia. (Este es otro capuchino).



Quince escasos minutos para ver La Última Cena, quince intensos y profundos minutos. Es impresionante, única, majestuosa, no he visto nada igual. A pesar de haberla visto antes en fotos y películas, al natural te deja sin palabras, en silencio. Son trece figuras vivas, con alma, quietas pero en posiciones dinámicas, con emociones y sentimientos. Leonardo no dejaba nada al azar: perspectiva, efectos, luces, color, distribución, posicionamiento, detalles y sobre todo el conjunto final. Me pasaría el tiempo muerto viendo está obra viva.

No dejan hacer fotos, obviamente, pero no me resisto a poner esta de internet.

Sigue la lluvia en Milán.












Cementerio Monumental.


"Acércate"

"Entra"

"Bienvenido"


Galerías a ninguna parte.

Archivo de seres y recuerdos.


Melancolía.

Hojas que caen sobre las vidas caídas.



Unos tan recordados,...


...otros olvidados.

Cosas que llevan a pensar.

Arrivederci Milano, arrivederci Italia.

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